Remitiéndome al comentario de un gran filósofo de nuestra era, que el Sábado por la noche (vinito mediante) me deleitó con otra muestra de su sabiduría y visión digo: "¡Yo no quiero que la familia vuelva a las canchas! ¡No quiero!".
Y dejo cuenta de algunos comentarios de la charla y otras conclusiones acerca de personajes de una popular, que confirman la teoría antes dicha:
- El padre con sus hijas: El señor que lejos de atinadamente lleva a sus dos hijas adolescentes a ver el partido y mientras el cotejo se desarrolla, el padre, cual relator, le explica los sucesos del mismo. Por ejemplo, al grito de "¡penal!" de una de las nenas, el padre se ve obligado a explicarle: "No, mi vida, cuándo el full es en mitad de cancha, no es penal... y además, nosotros somos los azules, así que es full para los contrarios..."
- El que nunca vá: Sin duda uno de los personajes más siniestros de un estadio de fútbol. El tipo que nunca vá, y cuando vá, en vez de alentar se emplaza justo detrás de tus oídos para putear desde el minuto 0 hasta el 90 al pobre del Piojo López (por ejemplo) que ya bastante tiene con sus limitaciones técnicas.
- Y por último, sin duda el personaje más odiable de una cancha de fútbol: La Esposa. Ganándose el primer puesto con una frase tan significativa como odiada a lo largo de los años: "Mi vida, ¿cuándo es Off Side? ¿Cuando el delantero agarra la pelota solo?".
Estos y otros personajes se intensificarían en número en las canchas de fútbol y definitivamente no queremos que así sea. Esta gente mata el fútbol.
Anécdota: Bombonera repleta, Boca 0 Gimnasia de Jujuy 0. Promediando el segundo tiempo a Mario Lobo (jugador de Gimnasia) se le ocurre meter un gol. Cuando el silencio lógico antes de volver a cantar se hace notar, un hombre con muy buen tino grita: "¡Lobo, ojalá se mueran tus hijos!". ¡Bien dicho!
¡ESA ES LA GENTE QUE QUEREMOS EN LOS ESTADIOS DE FÚTBOL!
Como dijo Martín Caparrós en una entrevista que le hice una vez: "Yo voy a un lugar un poco sucio, un poco peligroso, un poco violento cuando voy a la cancha. Y así me gusta que sea".
Por consiguiente solo me queda despedirme exigiendo una popular mugrienta, una cancha con un poco de violencia, algunos robos, y por sobre todas las cosas: SIN FAMILIA.
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